10 de junio de 2009

Iñaki

Nos vemos mañana –dijo Pink, y cerró la puerta. Mil ideas de en casa a solas brincotearon en la cabeza de Blues. Miró su reloj y le quedaban aún muchas horas de sábado. La figura de Pink desaparecía de su vista desde la ventana, y las imágenes de lo qué hacer se sucedían como cromos de lotería: la compu y el Internet, el lienzo y los colores, las pelis nunca vistas, el micrófono, los discos de vinil, los disfraces en el baúl; todo tan antojante en la inusual ocasión.

Peluzo
Y es que Blues no podía cuantificar el tiempo que llevaba sin estar así, un sábado a solas en casa. Sin descuidar la ventana contempló el gran trozo verdoso del cerro y el contraste blanco azul del cielo y sus ovejas, miró a la par su caída en el desánimo reflejada en el cristal, había perdido de pronto el ímpetu de andar y devorar la tarde. Transcurrieron quizá un par de horas en el ocio de mirar las palomas y encendió la PC para revisar su e-mail y sin casi haber leído abandonó el cuarto y también la idea de cantar viejas canciones de Gershwin.
 
El letargo se mudó al sofá compañero de otra ventana donde se asomó un cielo distinto, uno completamente gris. –Lloverá –pensó. Ocurrió así la inmovilidad en que ignoró los gruñidos de su estómago, el timbre del teléfono, el monitor encendido, el lienzo virgen, las vueltas del minutero y todas las consignas. Cerró los ojos y se vio flotando boca arriba en un líquido oleoso y negro como petróleo; su cuerpo giraba a treinta y tres revoluciones por minuto, no, a cuarenta y cinco y cada vez más rápido, se hallaba en el ombligo de un tremendo vórtex. –Iñaki, el pez dorado –musitó. El solitario despertó boqueando. Era una fría madrugada de domingo.

© 2009 Bruno Valero photography

3 comentarios:

  1. Tic hace su aparición. Justo un segundo después, calculador como pocos, Tac llega a hacerle compañía. Apenas van a celebrar su encuentro cuando un segundo después, Tic2, más guapo y joven que su gemelo avejentado, conquista el corazón cronométrico de Tac.

    Tic muere de pena. Tac muere de amor. Tic2 se queda solo. Ya no hay sentido en llamarle Tic2, no hay de quién diferenciarlo: será simplente Tic. Un segundo que se le antoja eterno dura la tribulación de su soledad.

    Justo un segundo después, calculador como pocos, Tac2 llega a hacerle compañía. Mentira: como ya no hay de quién diferenciarlo, será simplemente Tac.

    Cuando van a celebrar su encuentro...

    (Sólo mediante un ejercicio de amor fatal puedo entender esa cosa chorreante, serpentina y animosa a lo que hemos dado por nombre tiempo.)

    (Y es que de tiempo es que están hechos los sábados, las casas solas, las ausencias por igual inesperadas que deseadas, las tardes abúlicas, las madrugadas idem, las palabras en un blog blanquecino.)

    (Ya me gustó esto de escribir entre paréntesis, mejor me voy antes de abusar del recurso. Maldita sea, demasiado tarde.)

    ResponderEliminar
  2. Qué te puedo decir, me gustó mucho. Curiosos personajes.

    ResponderEliminar